• Reflexiones sobre la intolerancia

Reflexiones sobre la intolerancia

REFLEXION ACERCA DE LA INTOLERANCIA

Cuanto daño nos causa la intolerancia. No nos deja pensar con claridad y nos lleva a sufrir innecesariamente. Sufrimos y hacemos sufrir.

¿Pero, qué es la intolerancia…? Hay muchas formas de definirla, aunque básicamente es no aceptar que otros no piensen o actúen como nosotros. Es una falta de respeto hacia los demás ya sea por lo que son o por las ideas que sostienen. Es la no aceptación de que no hay una sola verdad y que cada uno tiene la propia. Y esto genera en quien es intolerado una sensación muy desagradable, hay una agresión intrínseca en la acción y una desvalorización hacia esa persona.

Quien es agredido de esta manera puede tener el carácter y la fuerza suficientes para defenderse o pueden quedar huellas – a veces definitivas – creándole problemas y aumentando su desvalorización. También puede suceder que de agredido se convierta en agresor y se genere una situación desagradable y hasta peligrosa.

Las personas intolerantes están llenas de prejuicios y son discriminatorias. Para sostener sus posturas son autoritarias e intransigentes al punto de pretender silenciar al otro. Generalmente son fanáticos y no aceptan nada ni escuchan a quien tenga una opinión diferente a la propia. No intercambian ideas, quieren destruir a quien piensa diferente. No debaten ya que sus argumentos rara vez tiene un sustento razonable. Defienden lo suyo a los gritos tratando de callar a los demás y si no les conviene, se van vociferando.

Claro que no hay un solo tipo de intolerancia, puede ser política, religiosa, deportiva y de muchas otras formas. Pero todas tienen algo en común, falta de respeto hacia las opiniones no coincidentes. El mesianismo que se esconde detrás de la intolerancia generalmente tiene origen en el miedo y en la falta de autoestima, aunque investigando profesionalmente el tema pueden surgir otras respuestas. De hecho, viendo esto desde la decodificación biológica las manifestaciones físicas que se producen son muy claras. Y cada disciplina que se ocupe de la intolerancia encontrará diferentes explicaciones, todas importantes.

Finalmente, creo que el intolerante sufre. Sufre y hace sufrir. Cuando se da cuenta y se disculpa no resuelve nada. El daño está hecho. Y si no cede ante la realidad y persiste en su fanático accionar sufrirá después, cuando la vida le pase la factura correspondiente. ¿Qué hacer entonces…? Meditar, reflexionar, pensar, observar y tener en cuenta la respuesta que generamos en los demás al actuar o decir. A partir de allí obrará nuestra autogestión.

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