• El vidrio en la playa

El vidrio en la playa

Género: Cuento
Autor: Miguel Cotrofe

EL VIDRIO EN LA PLAYA

 

Caminando por la orilla del mar vi un pedacito de vidrio verde. Seguramente resto de alguna botella rota. Estaba gastado, sus bordes redondeados y su superficie despulida; iba y venía al compás de las olas que rompían. Una más entre caracoles y piedritas.

Imaginé que en alguna época ese verde pálido y sin brillo habría sido mucho más impactante; de imagen fuerte y aspecto poco amigable por sus bordes filosos y  puntas agudas, agresivas. Pensé en la cantidad de arrastrones que la marea le había tardado en darle su estado actual…sin duda millones. Ese resto de lo que alguna vez tuvo forma y tamaño habría lastimado sin piedad a quien lo pisara por descuido, aunque ahora gracias al trabajo del mar con sus idas y venidas lo había transformado en inofensivo  juguete de las olas. Ya no llevará dolor a nadie, no generará sangre a pesar de pisarlo, tocarlo o jugar con él.

Intrínsecamente el material es el mismo, su presentación no.

También pensé en el parecido que hay entre ese pequeño vidrio y las personas. Hay gente que en su juventud, en la plenitud de sus formas es agresiva, filosa su lengua y estando con ellas la potencial lastimadura está ahí nomás. Sus palabras y sus acciones dispuestas a herir al mínimo contacto, ni hablar si las dejamos profundizar sus ataques.

La mayoría de la gente va puliendo sus bordes y sus filos con el correr del tiempo; con el sufrimiento los arrastrones que la vida va proporcionando, a pesar de ser el mismo material la presentación ya no es la misma. Tal vez han perdido el interés por lastimar o han caído en la cuenta que se puede convivir de otra manera, que es mejor ir por las buenas. Puede ser que hayan advertido que al lastimar uno se expone a ser lastimado. O sea que lo que va, viene.

Claro, hay de todo en todos lados y aquí también. Vemos todos los días que hay quienes a pesar de las décadas se vanaglorian de ser “fuertes” entendiendo por esto que han tenido una conducta coherente toda la vida, que no van a cambiar. Su postura es que siempre han sido igual como si fuera algo para enorgullecerse. Agrego, siempre han sido igual…¡de jodidos…!

Hay quienes piensan que quienes tienen que cambiar su conducta son los demás, que lo de ellos está todo bien. No se dan cuenta que la misma Naturaleza nos lleva a tener más rígidas las articulaciones y más flexibles nuestras convicciones.

En fin, a mí ese pedacito de vidrio me generó estos pensamientos; me hizo meditar en los cambios que la vida nos propone. Los sufrimientos y los “arrastrones” los tenemos todos,  pero cómo los aprovechamos depende de cada uno. Si alguien no puede o no quiere aprender no puede culpar a nadie y seguirá siendo un trozo de vidrio recién roto, brillante y filoso; cortará y lastimará generando tristeza y dolor. Esas personas siguen siendo coherentes, pragmáticas y de firmes convicciones.  Como un vidrio enterrado profundamente y lejos de la rompiente, al sacarle la arena de encima estará igual que hace un montón de años, nada se modificó, su capacidad de herir es la misma.

Y me pregunto…¿ es esto motivo de orgullo…?

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